martes, 3 de diciembre de 2013

Entre lágrima y lágrima

Con un espejo entre las manos, sólo pude dejarlo caer. Después cada paso era inevitablemente doloroso entre cristales, esos cantos afilados se abrían paso entre mi piel. La sangre enseguida hizo charco, como un círculo o barrera a mi alrededor, que dejaría claro que quien se acercase a mí quedaría manchado de esa sangre. Se veía tan oscura en ese suelo de madera. Se apoderaba de los surcos y las betas de ésta haciéndolos suyos a su paso. Emergida entre semejante estropicio, lo inevitable pasó, y sólo pude resbalar y caer. Ahora toda yo estaba cubierta de esa opaca sangre que ya no me pertenecía. Huía de mí, sangraba todo mi cuerpo. La impotencia de la quietud de mis músculos que, petrificados habían quedado ante semejante escenario invocó a las lagrimas, que en tantísimas ocasiones habían sido mis fieles compañeras. Ellas también se desprendían de mí, me nublaban la vista, me mojaban el alma.
Solo pude tenderme en el suelo a escuchar como todo ello salía inexorablemente de mí. A su paso se llevaba las fuerzas y las ganas de levantarme.

Entre lágrima y lágrima…



...pensé en tantas cosas.