lunes, 19 de diciembre de 2011

Palabras escritas

Hay ciertas cosas que solo se pueden contar leyéndolas en voz alta. Hay ciertas cosas que primero deben estar escritas y después deben ser leídas por alguien que les aporte vida dándoles un poco de su alma. Nunca es igual leer algo para ti que escuchar una voz (o la tuya propia) dando la entonación y la importancia a las palabras o frases que la posean.
Hay cosas escritas que por el hecho de saber quien las ha escrito sabes el modo o la intención que tienen tras de sí. Por ello tienen una repercusión o significado en ti. Esas palabras o frases para ti son como si llevaran firma, e incluso puedes llegar a imaginar a la otra persona diciéndotelas. Su voz, sus gestos… su cara en casi cada momento, o más concretamente en los momentos puntuales.
Pero nunca sabrás con exactitud cómo, para quien, o de qué manera han sido escritas esas palabras, por mucho que llegues a creer que conoces la respuesta y a la otra persona, no sabrás más de lo que tú puedas imaginar. Siempre hay que dar un margen a error.
Escribimos porque necesitamos expresar algo de alguna manera, pero no por ello queremos que todo el mundo lo entienda. Nos dejamos ese pequeño espacio íntimo y personal para nosotros mismos. Muchas veces también hacemos esto hablando, porque hay cosas que prefieres que no sean comprendidas por completo o dejar un poco en el aire y que la otra persona lo interprete a su modo (a pesar que dada tu intención no sea el correcto).
Siempre hay algo que nos guardamos para nosotros mismos o incluso de nosotros mismos. Ese algo que no queremos ver.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Quitarse la armadura

Cuando lloras te sientes débil, despojado de tu fortaleza, por eso es tan placentero y reconfortante que este alguien a tu lado en ese momento. Cuando lloras y hay alguien al lado es como si esa vulnerabilidad no fuera tan mala, porque te sientes protegido, porque hay alguien que sabe que estas mal y te va a acoger en sus brazos mientras te calmas y puedes volver a ponerte la armadura. *Esa persona, en ese momento, es lo único que te protege del resto del mundo.*
Si esa persona no está sientes que el mundo te come, te devora, te mastica a su antojo sin tu poder hacer nada.
Necesitamos armaduras constantemente para poder salir a la calle, las necesitamos para no morir arrastrados a lo más profundo del estómago del mundo.
Pero siempre existen en tu vida ciertas personas con las que te llegas a sentir tan a gusto que sin darte cuenta ellos mismos te quitan esa férrea armadura que a ti te ha costado tantísimos golpes forjarte, para que no te volvieran a herir. Esas personas se convierten en un arma de doble filo. Igual que tienen la puerta abierta para hacerte muchísimo bien, la tienen abierta para lo opuesto. Esas personas son las que realmente pueden alcanzar en un solo golpe lo más profundo de tu ser, esas personas son las posibles causantes de hacerte sentir una muerte en vida.
Esas personas muchas veces no son conscientes de lo realmente vulnerable que eres ante ellas. Ellas representan un gran pilar en la estructura de tu vida, y del mismo modo en que te ayudan a soportar el gran peso de esta, también pueden hacer que toda ella se tambalee e incluso hacerla desmoronarse.
Debo añadir a lo primero que hay gente que por tener falta de esa persona no consigue desahogarse por completo, ya que no se puede quitar la armadura sin tener a su lado a alguien para poder hacerlo.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Solo pienso en...

A ti te lo entregué todo, incluso de lo que carecía, incluso lo que no sabía que poseía. Me despojaste de todo lo que creí tener, o lo que en algún momento fue mío. Lo cogiste sin preguntar, sin permiso alguno… y sin darte cuenta. Lo cogiste por que sí.
Yo necesitaba volcarme en alguien, pero no lo sabía. Y sin querer me volqué en ti. Lo supe cuando ya era demasiado tarde.
Pero la Verdad cae ante mis pies y por mucho que quiera ayudarla a levantarse se ha portado demasiado mal conmigo. Ella ha sido muy cruel y no me ha dejado seguir soñando durante algún tiempo más. Es una egoísta solo le importa ella, pero al menos lo reconoce. La Verdad me ha dejado sin fuerzas, de hecho creo que ella es la que peor se ha portado. Ella me pegó y yo no pude defenderme porque era cierto. Caí esa vez yo rendida ante sus pies, pero era tarde. Por mucho que supliqué que me dejara soñar la muy despiadada a penas me dejó respirar.

Y ahora casi sin aliento me tambaleo entre la verdad y la mentira, lo que me duele y lo que sueño. Eso me hace pensar cada vez con más claridad a mi pesar que los sueños rara vez se ven cumplidos y la Verdad es la que siempre te hace despertar.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Alma débil

Hay gente que sin saber cómo está herida. Esas personas sufren constantemente, porque por cosas aparentemente poco significativas o no de un calibre demasiado elevado se notan de nuevo abrir sus heridas que no consiguen ser cicatrizadas. Son unas heridas tan profundas y fuertes que llegan al alma… y por ello su alma es débil.
Estas personas son las que necesitan acallar su voz interior que les grita de dolor constantemente, son gritos desgarradores, que en ocasiones los vuelven locos.
Es como si esa voz de inmenso dolor y rabia se apoderara de ellos y no les dejara vivir en calma.
A este tipo de personas el deseo de muerte les llama. Al escuchar vibrar los gritos desde su alma, llegan a pensar que la vida es demasiado dolorosa para ellos.

A pesar de esto no creo que todo de ellos sea malo. Puesto que saben vivir mil vidas en una sola, experimentar mil cosas sin miedo y absorber de lo malo lo bueno, personas que una vez han asimilado ese dolor que les es tan familiar son capaces de levantarse y seguir andando con fuerza y envistiendo hacia delante. A pesar de saber que volverán a caer al suelo de amargo y agonizante dolor. A estas personas… su alma a pesar de débil les impide dejarse morir. Aunque a veces lo deseen.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Tiempo...


De abrir los brazos sin esperar a nadie ni nada, solo por esa pequeña pero gratificante sensación de libertad.
De cerrar los ojos sin miedo, porque todo está en su lugar y en calma.
De dar tantos pasos hacia delante que te duelan las piernas.
De plasmar de cualquier forma posible todo lo que llevas dentro.
De reforzar tu red de seguridad para no volver a caer tan duro nunca más.
De poner orden nuevo a todo lo que te rodea.
De observar como por vez primera todo aquello que te envuelve.
De hacer que las noches taciturnas sean dulces a tus labios.
De mirar al cielo y pensar que algún día te será fácil de alcanzar.