viernes, 16 de diciembre de 2011

Quitarse la armadura

Cuando lloras te sientes débil, despojado de tu fortaleza, por eso es tan placentero y reconfortante que este alguien a tu lado en ese momento. Cuando lloras y hay alguien al lado es como si esa vulnerabilidad no fuera tan mala, porque te sientes protegido, porque hay alguien que sabe que estas mal y te va a acoger en sus brazos mientras te calmas y puedes volver a ponerte la armadura. *Esa persona, en ese momento, es lo único que te protege del resto del mundo.*
Si esa persona no está sientes que el mundo te come, te devora, te mastica a su antojo sin tu poder hacer nada.
Necesitamos armaduras constantemente para poder salir a la calle, las necesitamos para no morir arrastrados a lo más profundo del estómago del mundo.
Pero siempre existen en tu vida ciertas personas con las que te llegas a sentir tan a gusto que sin darte cuenta ellos mismos te quitan esa férrea armadura que a ti te ha costado tantísimos golpes forjarte, para que no te volvieran a herir. Esas personas se convierten en un arma de doble filo. Igual que tienen la puerta abierta para hacerte muchísimo bien, la tienen abierta para lo opuesto. Esas personas son las que realmente pueden alcanzar en un solo golpe lo más profundo de tu ser, esas personas son las posibles causantes de hacerte sentir una muerte en vida.
Esas personas muchas veces no son conscientes de lo realmente vulnerable que eres ante ellas. Ellas representan un gran pilar en la estructura de tu vida, y del mismo modo en que te ayudan a soportar el gran peso de esta, también pueden hacer que toda ella se tambalee e incluso hacerla desmoronarse.
Debo añadir a lo primero que hay gente que por tener falta de esa persona no consigue desahogarse por completo, ya que no se puede quitar la armadura sin tener a su lado a alguien para poder hacerlo.

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