viernes, 29 de julio de 2011

Yo que no creo...

Benditos estos ojos pequeños, para que en ellos puedas ver menos las lágrimas que derramo.
Benditas, estas lágrimas que derramo, porque ellas cierran el paso a ver mi oscura soledad.
Bendito, el placer de lo amargo, porque en mis labios se torna en dulce miel.
Benditos, estos pies cansados, que después de largos caminos en soledad me dejan en brazos de Morfeo.
Benditos, los extraños, que me hacen creer que mi mal es menor.
Benditas, las verdades, que a pesar del daño, son diamantes.
Bendito, todo aquello que me hace olvidar por un momento la herida que no sé curar de mi corazón.
Benditos, los pocos momentos en los que pienso que todo sufrimiento llega a su fin.
Benditos, los muros contra los que arremeto mil veces y consigo derribar.

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