jueves, 7 de octubre de 2010

Un suicida...

Luis era un chico joven que siempre había creído en la brutal importancia de la vida. Sabía apreciarla de una forma especial ya que tenía una sensibilidad muy desarrollada.
Él después de unos horribles días de estrés, tensión y mucha presión, (que en parte habían sido provocados por el mismo, por su peculiar forma de ser y de reaccionar ante determinadas situaciones), había llegado a plantearse el suicidio. Para él era algo increíble poder haber alcanzado ese límite.
Su determinación ante este tema siempre había sido implacable. “La gente se suicida por cobardía y por qué no puede llegar a apreciar realmente la vida, el valor de cada día y de las cosas más simples que a la mayoría pasan desapercibidas” decía.
Pero sí, él había llegado a ese punto. Una mala, malísima noche estuvo pensando fríamente en ello. La gente se suicida, muchas veces por qué no ven salida, o porque ven que lo único que pueden controlar de su vida es su propia muerte. Por que se ven incapaces de enfrentarse a problemas o situaciones.
Luis no dejaba de quedarse asombrado con las cosas que podía llegar a pensar sobre la vida. Pensaba que en ese momento la vida le parecía una mierda y que por mucho que mirara las cosas que podían tener valor, (las que lo tenían para él) ya no le parecían lo mismo. Él siempre fue consciente de lo pequeño que era con respecto al mundo, y que era prácticamente insignificante, pero eso hacía que se diera cuenta de la verdadera grandeza de las cosas y que las pudiera admirar. Ahora ese pensamiento era distinto, solo veía su vida como algo realmente insignificante que le hacía daño.
Él había llegado a esta situación pensando: “Es como si no quisiera vivir si puedo sentir tanto dolor…”. Después de estar un rato meditando sobre su pensamiento… y la situación en la que se encontraba, lo que se le pasó por la cabeza es que necesitaba un psicólogo o un psiquiatra. Él nunca había sabido la diferencia entre ambos, pero de todas formas no tenía el pensamiento generalizado de que por ir a alguno de los dos estaba loco.
Pero aún así le asustaba la idea de que alguno de los dos le dijeran que estaba loco. Él sabía que tenía algo, algún tipo de problema pero tenía miedo de que ellos pudiesen ver algo más.
Seguía pensando que quería y no hacerlo. Se lo imagino varias veces, de varias formas distintas, e incluso tuvo entre sus manos la ocasión….
Tuvo miedo de sí mismo. No sé aún por qué no llegó a hacerlo, supongo que su pasión por la vida le llevó a darle una segunda oportunidad.

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